En Turquía surgió una nueva manera de manifestarse, la nueva forma de resistencia pacífica en Turquía, en la que las personas sólo se quedan de pie por mucho tiempo y que se está propagando por todo el país, las manifestaciones contra el gobierno, a veces violentas, han dado paso a esta nueva forma pasiva de resistencia.
La tendencia la inició un manifestante solitario en la plaza Taksim y quien ha sido apodado el “hombre de pie”. Después, cientos de manifestantes le imitaron en otros lugares de varias ciudades. Sin proclamos, en silencio, con firmeza. Una nueva forma de protesta estaba surgiendo, se estaba extendiendo por toda Turquía: la de los "ciudadanos en pie", que se paran sin hablar ni moverse, en calles y plazas, para demostrar su rechazo al Gobierno.
Este movimiento inició con una persona: Erdem Gündüz, un artista escénico, llegó a la plaza, dejó su mochila en el suelo y se quedó quieto, mirando las banderas turcas y el enorme retrato de Atatürk, fundador de la Turquía moderna, al fondo de la plaza durante más de 5 horas.
Las redes sociales y la televisión se encargaron de hacer correr la historia de este "Duran adam" (el hombre en pie o el hombre erguido). Horas después, cientos de personas lo acompañaban en la plaza y una decena se le sumaba en su estática protesta.
Más tarde, el actor explicó que su protesta iba tanto contra el Gobierno como contra el tratamiento que los medios de comunicación turcos han dado a las protestas.
A pesar de que en este movimiento las personas sólo estaban quietos, sin decir ni una palabra, no lanzaban mensajes contra el Gobierno ni consignas políticas, hubo detenciones; detuvieron a Gündüz, al que dejo libre poco después, ya que más tarde el ministro del Interior, Muammer Güler, admitió que "estar de pie" en la vía pública no es un crimen y que la Policía no intervendrá contra quien lo haga, a no ser que se altere el orden público.
El primer ministro insistió en criminalizar a los manifestantes y en justificar la fuerza policial para su represión y después los manifestantes fueron expulsados de la plaza Taksim, sin embargo eso no los detuvo pues los manifestantes planearon reuniones en 11 vecindarios para discutir cuál será su siguiente paso.
Este suceso es completamente diferente al caos que se vivió días atrás en la plaza, cuando la policía combatió las protestas con gases lacrimógenos y cañones de agua. Estas escenas sumaron más de dos semanas de protestas contra el gobierno del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.
Los disturbios comenzaron en Estambul a finales de mayo, cuando un grupo de personas se presentó para protestar porque el gobierno planeaba destruir el parque Gezi para remplazarlo con un centro comercial dentro de una réplica de los cuarteles otomanos del siglo XIX.
Los manifestantes dijeron que el plan representaba una sigilosa violación a sus derechos en una sociedad laica.
“Estoy preocupada por las acusaciones de excesos en el uso de la fuerza de parte de la policía contra grupos de manifestantes pacíficos y esto puede haber provocado graves daños a la salud”, dijo Navi Pillay, a la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en un comunicado que emitió el martes desde Ginebra.
Sin embargo, el Primer Ministro defendió las acciones de la policía. “Las fuerzas de seguridad pasaron la prueba de la democracia”, dijo, según el servicio de noticias semi-estatal, Anadolu. Mencionó que el uso de gases lacrimógenos “es un derecho indisputable de la policía” y que las protestas son “un movimiento sin principios y sin moderación basado en mentiras y engaños”.
Aunque no es probable que las protestas pongan en riesgo al gobierno de Erdogan, a quien se le atribuye haber encabezado una década de crecimiento económico, surgen preguntas acerca del estilo de gobierno que para los críticos es cada vez más autoritario.
Este es un claro ejemplo de que existen otras maneras para llegar al objetivo de una manifestación, y que un movimiento social, va más allá de marchar, hacer carteles y hablar...